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domingo, 22 de noviembre de 2009

LA ÚLTIMA COMIDA DE GARCÍA LORCA

La describió la sirvienta que se la llevaba diariamente al Gobierno Civil donde el poeta estaba preso. Ian Gibson consiguió una impresionante grabación donde la mujer, todavía temerosa de las posibles consecuencias de sus revelaciones (estamos en 1966 , época franquista), es animada por su hija y el entrevistador para contar sus recuerdos.
E: ¿De modo que usted le llevaba un termo de café y un cesto con la comida?
A: Eso es
E: ¿ Y cuántas veces al día iba usted?
A: Una vez al día nada más. Yo iba por la mañana. Llegaba ahí muertecilla. La primera vez que fui me dijeron: ¿Qué quiere usted? ¿Está ahí el señor García Lorca? ¿A quién busca usted? Pues al señor García Lorca. Este señor, ¿pa qué? Pa llevarle de comer. Me dijo a mi : No puede ser. ¿ Allí en el portal mismo? : Sí , allí donde se entraba. Me dice: No puede ser. Dice otro: ¿Por qué no puede ser? Ésta es la criada de ellos. Pues suba usted. Yo no; como yo no sé, tienen ustedes que subir conmigo.
Y me subieron hasta donde estaba el señor Federico. Yo iba muertecilla. Usted sabe que no podía usted nada, que juzgaban a las criadas también. Entonces un señor que estaba allí abrió la tortilla (haciendo el ademán de abrirla para ver si había algo dentro). El señor Federico estaba en una celda.
E: ¿El escribía entonces?
A: No, pero las cosas estaban allí. No había cama ni nada, no había más que eso. Y al entrar me decía el señor Federico; Angelina, Angelina , por qué has venido? . Me manda su madre, es su madre quien me manda.... Mientras yo estaba adentro, !Yo no quiero que usted me meta a mí en nada!. !No, no , no! Angelina : Me da mucho susto. Mientras yo estaba allí, estaban los otros en la puerta del cuarto, así con los fusiles. Él no quería comer nada, no comía nada.
E: ¿ Y usted fue al día siguiente?
A: Sí y no había comido nada
Efectivamente, la muchacha volvió al día siguiente al Gobierno Civil y le dijeron que aquel señor ya no estaba allí, ni si se lo habían llevado a la cárcel. La dejaron subir por si había dejado algún mensaje, pero en el cuarto no había más que el termo y la servilleta. Ella entonces se dirigió a la cárcel dispuesta a llevar a cabo su cometido y en la portería dudaron si García Lorca estaba allí encerrado o no. Le dijeron que volviese por la tarde, pero ella lo hizo al día siguiente. Entonces le explicaron: "Este señor que usted dice, nunca ha estado aquí". Entonces- concluye Angelina- me devolvieron el cesto. "Claro , ya le habían matado al señor Federico, allí en Viznar" (I.G).

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